lunes, 3 de octubre de 2022

El desastre no es vida: IDEBAJO sobre visita presidente Biden

Foto IDEBAJO

 

COMUNICADO DE IDEBAJO SOBRE VISITA PRESIDENTE BIDEN

Vivir en el Caribe en el siglo del cambio climático es una realidad que amenaza nuestras vidas constantemente, limita o reduce la posibilidad de una vida digna y nos debe llamar a la acción pues el riesgo es real, inminente y atenta con la desaparición de nuestras comunidades.

Los últimos 5 años son más que evidencia de eso. Pero, culpar a la naturaleza sería como culpar a la gente por la pobreza que tienen que sufrir. Es una manera de ignorar que la fiebre no está en la sábana, que hay razones más profundas que han hecho nuestra situación una de constante respuesta para, a duras penas, sobrevivir el desastre lo suficiente para prepararnos vagamente para el próximo. Mientras los gobiernos y corporaciones se han enriquecido de un sistema que ha llevado a la naturaleza al límite y empobrecido a millones, quienes pagamos las consecuencias somos los menos responsables de este desastre. 

A esta constante amenaza de vivir en el Caribe en condiciones de crisis climática, añadamos vivir en un país en crisis económica, en austeridad impuesta por una Junta de control fiscal por la que nadie votó, en la que el Partido Demócrata tuvo mano directa, y a la que no le interesa el bienestar del pueblo. En un país que evidentemente se le han negado las posibilidades de ejercer su propio poder para buscar su bienestar, por una relación colonial que nos impide hasta decidir si un barco con diésel puede entrar para atender necesidades apremiantes de su propia gente.

Añádale una crisis de vivienda, salud, falta de mantenimiento a propósito de la infraestructura pública, encarecimiento de todo empobreciéndonos aún más, una política de privatización que ha creado las condiciones para seguir sacándonos dinero a bolsillos de poderosos dentro y fuera de Puerto Rico.  Sumémosle a eso, en nuestra zona, una economía para los de afuera, que sacan billones que no se quedan en el sureste, y en este caso específico en Salinas, de una injusticia ambiental que nos convierte en un “brownfield” no declarado, en un zafacón donde todas las industrias contaminan y enferman sin que ningún gobierno, ni de Puerto Rico o de Estados Unidos haga nada, de una pobreza que expulsa y nos hace perder a nuestra juventud por el exilio, la migración o la calle. Entiendan todo esto y nos daremos cuenta de una receta del desastre en que los huracanes son simplemente un empujón.

Entonces nos preguntamos, le preguntamos al pueblo puertorriqueño, a nuestras comunidades, qué vamos a hacer para que esto no se repita, para que no tengamos que seguir viviendo todos los años botando cosas, llorando lo perdido, las vidas que se nos van, la vida que no es vida porque todo el tiempo hay que seguir empezando de cero. Nos preguntamos si las compritas, el agua y las ayudas son suficientes para acabar con este desastre que no es solo de vientos o inundaciones. Las comidas, el agua, los generadores, las ayudas son necesarias ahora pero no resuelven mañana, no resuelven nada para evitar que pase el año que viene con el próximo huracán, es más, son necesarias precisamente porque no se han resuelto esas cosas de fondo. 

Desde la Iniciativa de Ecodesarrollo de Bahía de Jobos (IDEBAJO) planteamos que ni huracanes ni terremotos ni pandemias ni inundaciones son los culpables del desastre. El desastre es anterior, lo han provocado décadas de políticas públicas y corporativas que han debilitado y vulnerado nuestras comunidades, y han creado las condiciones para que, lo que para otros son daños reparables y preparativos que evitan riesgo, para nosotros se vuelve la certeza de la pérdida y el dolor de tener que volver a empezar.

Nuestra respuesta es organizarnos para construir el poder de pueblo que necesitamos para poder transformar estas realidades que nos hacen vivir la injusticia, la pobreza, la enfermedad, el hambre, la contaminación y la falta de oportunidades.

Las comunidades en Puerto Rico necesitamos deshacernos de la politiquería, venga de donde venga, de aquí o allá. Necesitamos la infraestructura para evitar estos desastres; necesitamos el desarrollo desde, para y por la gente que no nos contamine o nos enferme; necesitamos control colectivo de cómo, para qué y en qué se gasta el presupuesto; necesitamos vivienda digna y accesible; necesitamos salud integral y accesible; necesitamos comida saludable y accesible; necesitamos la transformación del sistema eléctrico del país, pero no solo con tecnología sino con el poder para que no vuelva a caer ni en manos de politiqueros ni en manos de buscones inescrupulosos y negligentes como LUMA, y que ha contado como política pública colonial con el aval de Casa Blanca en ambas administraciones, la de Trump y la actual. Necesitamos retomar nuestras tierras de manos de especuladores que encarecen nuestro acceso a tierra y vivienda… nos deben justicia, dignidad, democracia y prosperidad, vivir bien. De las administraciones de republicanos y demócratas solo hemos visto políticas de dependencia e imposición, y la única manera de cambiar esto es que nos organicemos en nuestras comunidades para exigir y movilizarnos por la vida que merecemos ahora y las generaciones futuras.

En Salinas estas lluvias dejaron desastres que no fueron solo por el huracán, sino por la negligencia criminal de empresas, del gobierno, de las agencias, de LUMA, de la pobreza, las enfermedades previas por la contaminación, entre otras cosas.

Desde Salinas, como parte de este país, reclamamos que se atiendan las políticas de contaminación que propician un sistema eléctrico que nos contamina desde la carbonera AES en Guayama y la termoeléctrica de la AEE en Aguirre, y que no solo no se ha atendido con la seriedad que amerita por parte de las agencias del gobierno de los Estados Unidos, sino que se han recibido presiones desde el congreso cuando se ha planteado la necesidad de cancelar el contrato de AES y cerrar su operación. Exigimos cancelar el contrato de LUMA que, en esta crisis, empeoró el desastre cuando solo un poste en Salinas se vio afectado. Reclamamos un proceso de democratización de energías renovables en los techos de las casas que permitan una seguridad energética para las familias y nuestras comunidades, y les de poder sobre el sistema eléctrico. Cosa que las guías del Departamento de Vivienda de Puerto Rico y el gobierno de Estados Unidos está impidiendo a la hora de poder usar los recursos del programa CDBG-DR, privilegiando a contratistas que nos dejaran igual o peor de cómo estamos. Reclamamos responsabilidad y respuesta de parte de proyectos de generación fotovoltaica en terrenos agrícolas aledaños a nuestras comunidades que compactan la tierra, aportando al aumento de la inundabilidad en nuestras comunidades.

Reclamamos responsabilidad y respuesta de parte de empresas de experimentación agrícola transgénica en nuestras tierras, cuyos movimientos de tierra expone a nuestras comunidades a mayor inundabilidad y a contaminación de nuestras aguas potables del acuífero, y a contaminación por el uso de elementos tóxicos al aire y tierra. Es requerido hacer estudios que identifiquen y asignen responsabilidad a las practicas negligentes de las corporaciones multinacionales de origen norteamericano que han empeorado nuestra situación.

Exigimos se atienda la práctica criminal de dañar nuestras costas, particularmente con la eliminación de bosques de mangle que también nos hace más vulnerables a inundaciones y por las que agencias de ambos gobiernos no han hecho nada. Exigimos un cambio a las guías del Departamento de Vivienda de PR y HUD de manejo de recuperación de desastres tras el huracán María de manera que no se propicie y genere condiciones de desplazamiento y trato desigual de nuestras comunidades. Exigimos responsabilidad de parte de FEMA que ha tratado de manera discriminatoria y racista a los puertorriqueños, y propicia que los proyectos solo fomenten una economía del desastre que no está diseñada para atender nuestros problemas sino para enriquecer a unos pocos contratistas

Reclamamos atención a las condiciones estructurales y de infraestructura que han generado riesgo y vulnerabilidad en nuestras comunidades. Eso incluye el desarrollo de un fondo de infraestructura y desarrollo endógeno como parte de un proceso de demandas reparativas por todos los daños sufridos por décadas de contaminación, empobrecimiento, daño a nuestras tierras y extracción de riquezas.

Si realmente se quiere atender los problemas de esta crisis, hay que entender que el pueblo puertorriqueño lo más que requiere es de poder para cambiar todos estos problemas. La relación actual con Estados Unidos propicia muchos de estos problemas y las comunidades necesitamos organizarnos para tomar las riendas de nuestro futuro. Cualquier político que venga a plantear soluciones no puede venir solo ofreciendo suministros o compras, y desde Estados Unidos no puede venir buscando votos mientras las políticas que impulsan dejan todos estos problemas aquí y allá, pues nuestra diáspora tiene que sufrir el constante desplazamiento, encarecimiento, deterioro de sus condiciones de vida, y discriminación.

Ningún gobierno, ni ningún partido de ambos gobiernos, atenderá esto porque el poder del pueblo no es su agenda sino la de las multinacionales y corporaciones que se enriquecen de nuestra miseria y de que vivamos en constante desastre.

Ningún gesto mediático podrá despintar esta realidad. Quizá un primer paso sería políticas públicas que empiecen a eliminar las barreras al propio poder del pueblo, como la eliminación de PROMESA y la Junta, con sus políticas de austeridad, una política clara en contra de la extensión al contrato a LUMA sustituida por guías que permitan que las comunidades gestionen y garanticen un acceso a seguridad energética con energías renovables en sus techos. Un fondo que reconozca los daños de la contaminación y el abuso, y cree las condiciones en manos de nuestras comunidades como un acto reparativo de parte de esta administración. En fin, actos concretos convertidos en políticas públicas de todos los efectos nefastos que hemos identificado.

A nuestro pueblo le decimos que el desastre no es vida, nos toca construir un futuro bueno para nuestras comunidades.  

 

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